Eso es lo que duró el partido del domingo pasado, día 11, entre España y Holanda. Esa final que casi ninguno creiamos que ibamos a ver alguna vez en nuestras vidas y que llegó gracias a la calidad de este equipo. Todo el mundo habla bien de España. Esta vez no nos quedamos en cuartos, como todos los mundiales que he vivido. Llegamos a la final y, lo que es aún mejor, la ganamos. A mi, que no me gusta el fútbol, he disfrutado y sufrido como un niño pequeño en cada uno de los partidos que ha tenido, desde Suiza hasta Holanda, pasando por Alemania, Paraguay, Portugal, Chile y Honduras. Tengo que decir que la compañía que tenía en todos ellos ha sido excepcional, maravillosa y única, que he cantado los goles como si fueran los últimos y que he botado, chillado, bailado y vibrado con todos y cada uno de los cánticos, canciones y oe's que he dicho.
Esta entrada es solo para recordar que, 3 días después, después de todas las celebraciones, seguimos siendo Campeones del mundo. Seguimos estando en la cima.
Oxy
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